Miguel de Unamuno rompió con esta novela los esquemas tradicionales de la novela realista.
La crítica de la época llegó a negarle el calificativo de novela, pero don Miguel respondió que lo que él hacía en realidad eran "nivolas." Diríase -advierte en el prólogo- que el autor, no atreviéndose a expresar por propia cuenta ciertos desatinos, adopta el cómodo artificio de ponerlos en boca...