Amalia. Una madre incorregible, de Alejandro Palomas, me ha pillado por sorpresa. No he leído las novelas anteriores del autor sobre el universo Amalia (Un perro, Un amor y Una madre), y aun así he disfrutado esta novela gráfica como si llevara años acompañando a sus personajes. Y es que Amalia no necesita presentación: se planta en tu vida, como en la de sus hijos, sin pedir permiso y con una energía imposible de ignorar. En medio del caos y las risas hay una sensibilidad que te sorprende. Amalia tiene algo que descoloca, como esas personas que dicen lo que piensan sin filtros y, sin quererlo, te hacen replantearte cosas. Su forma de ver el mundo es tan única como su costumbre de ignorar los consejos de sus hijos o las advertencias médicas. Y luego está Shirley, la perrita malcriada que, sinceramente, merece un spin-off solo para ella. Sin duda, el dúo formado por Amalia y Shirley es glorioso: desobedientes, caóticas y libres. En cada página hay una carcajada asegurada, pero también un pellizco en el corazón. Las ilustraciones de Carolina de Prada le dan un toque perfecto: todo lo que en palabras ya es entrañable, con las ilustraciones se convierte en gesto, en mirada, en pequeñas escenas que te arrancan una sonrisa o un suspiro. Lo mejor es que, aunque no conozcas nada del universo Amalia, puedes entrar sin miedo. Pero aviso: saldrás con ganas de más. Si buscáis una lectura divertida pero con fondo, que te deje el corazón calentito sin caer en tópicos, dale una oportunidad a Amalia. Una madre incorregible. La protagonista tiene mucho que decir. Y, por suerte, no piensa callarse, porque termina con un “Continuará” que nos deja con ganas de más, de mucho más. 🧡